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Nombre: pmi
Ubicación: Zárate, Buenos Aires, Argentina

Nací en Zárate, Buenos Aires, Argentina, en una clínica que ya no existe. En su lugar hoy funciona un albergue transitorio.

miércoles, octubre 17, 2007

Torturados y drogados

Quería felicitarlos por el blog, ya que es muy importante para la zona que la gente tenga acceso a información variada y “no oficial”.

Aprovecho la oportunidad para acercarles estas reflexiones.

Espero que tengan ganas de leerlo y, principalmente, de criticarlo.

Saludos

Lucas Terzano.

TORTURADOS Y DROGADOS

1983 – 2007, 24 años de democracia.

Una década antes, en marzo de 1973, se daba una oportunidad a la democracia tras décadas de intervencionismo extranjero y dictaduras militares. La sociedad cansada de los abusos exigía violentamente un cambio, no hubo más alternativa que complacerla, darle el gusto de elegir a sus gobernantes. Nuevamente peronistas y radicales se disputaron el honor de ser los elegidos, triunfó Campora y Balbín reconoció con altura que había perdido, pero el sentimiento en el conjunto de la sociedad era de triunfo, más allá del partido político, ante la tiranía y la dictadura.

Vuelve Perón después de 18 años de exilio y se agudizan las luchas internas entre la derecha y la izquierda, la primera desde el poder, la segunda en las calles; es el terrorismo de Estado (triple A) vs el terrorismo subversivo (Montoneros, ERP). Tras ocho meses de haber asumido la presidencia Perón muere, quedando en la titularidad del gobierno Isabel, pero bajo el poder real de Lopez Rega. La lucha entre la triple A y los subversivos se vuelve cada vez más violenta. Los sectores subversivos están compuestos por grupos ideológicos radicalizados de izquierda y gente que, más allá de las ideologías, es conciente de la naturaleza colonial de las políticas que se aplican década tras década en el país, y que están dispuestos a cambiar el rumbo al costo que sea.

En síntesis, la sociedad se ha vuelto peligrosa, inestable, desequilibrada; como un individuo enajenado que representa un peligro para si mismo y para los demás. Necesita de un electro-shock, un duro golpe que la vuelva dócil, previsible y manejable.

24 de marzo de 1976, comienza el tratamiento.

En un par de años, miles de argentinos son secuestrados, torturados, desaparecidos, asesinados. Es la terapia de shock recetada, tal vez, por el Dr. Henry Kissinger, premio novel de la paz. Los resultados son inmediatos, la sociedad atormentada, temerosa y confundida, permanece impávida ante las políticas económicas y sociales más descabelladas, delictivas y fraudulentas que se hallan visto.

Pero la opresión constante y desmedida no es recomendable si no se quiere que el individuo o sociedad quede tan debilitado que sea inútil o incluso que sea aniquilado definitivamente. Si lo que se quiere es sacarle el mayor provecho posible, hay que hacerlo sentir bien, aunque de hecho no lo esté, para lo cual se utilizan las drogas o psicofármacos. Por ejemplo; a la sociedad argentina en 1978 se la drogó con el campeonato mundial de fútbol. Los argentinos drogados con el fervor mundialista se sintieron los mejores del mundo, olvidándose del sufrimiento que ocasionaba el conflicto interno que como un cáncer consumía a la sociedad toda, mientras el país era saqueado y desmantelado por parásitos oportunistas.

En el mundo cambiante, los nuevos tiempos requerían de métodos de dominación más eficientes como ser la democracia, los tratados internacionales de derechos humanos, los organismos financieros internacionales y los medios masivos de comunicación. Pero antes de había que dar un último golpe para terminar de fragmentar a la sociedad, para inutilizarle uno de sus componentes más importantes en el caso de que quisiera hacerse la soberana, había que destruir sus fuerzas armadas. Nuevamente se drogó a la sociedad con la gesta patriótica y gloriosa de recuperar a nuestras islas Malvinas de los piratas colonizadores ingleses; que culminó con la masacre de nuestros soldados y el desprestigio definitivo de las fuerzas armadas de la patria. Con este último tratamiento de droga y escarmiento, se preparó a la sociedad argentina para que hiciera la transición a la democracia, debilitada, dividida, atemorizada, sojuzgada, oprimida.

La convocatoria a elecciones nacionales, la posibilidad de elegir nuevamente, fue otra droga para la sociedad, el simple hecho de votar seria suficiente para remediar los males del pasado, con la democracia se comería, curaría y educaría. Pero el goce duró lo que el agua en la mano, los nuevos grupos internos de poder económico que se habían consolidado durante los años de la dictadura militar, y los externos interesados en el saqueo de nuestros recursos (ambos como accionistas corporativos), comenzaron a actuar controlando a los políticos elegidos democráticamente a tal punto de que no fueran más que meros gerentes del Estado Nacional, al cual se lo maneja como una empresa más, que debe aumentar las ganancias y reducir los costos en beneficio exclusivo de sus accionistas.

Rápidamente comenzaron los escarmientos para la sociedad que pretendía obtener en la democracia las respuestas que la dictadura militar había negado, crisis económica, desempleo, hiperinflación, paros, caos social e incluso, un intento de golpe militar, el fantasma del 76´.

La sociedad atormentada y confundida, asimilo rápidamente el nuevo sedante de la marca peronista “Menem”. Estaba compuesto con un cóctel de promesas de estabilidad, revolución productiva y salariaso; pero el efecto sedante se esfumó ni bien el riojano asumió el cargo de presidente y contradijo en los hechos todas las promesas electorales. Pero el plan maestro ya estaba en marcha, en el país del norte, un genio argentino se hallaba elaborando una nueva droga experimental que pronto seria probada con un éxito contundente en la sociedad argentina: “la convertibilidad”.

Con esta droga los argentinos entraron en un trance delirante en el cual se veían en el primer mundo, con un peso que valía un dólar; comprando en cuotas las maravillas que provenían de Europa, Estados Unidos y Japón. La droga fue tan eficiente que el efecto duró casi tanto como el tormento de la dictadura militar del 76´, permitiéndole al gerente del Estado: permanecer por 10 años en el cargo de presidente; entregar a los capitales extranjeros las más importantes y estratégicas empresas públicas; los más valiosos recursos naturales, minerales y energéticos; sancionar las leyes necesarias para continuar con el modelo del saqueo y la explotación no sustentable; empeñar el futuro de los argentinos triplicando la deuda externa; y muchas, pero muchas cosas más.

Cuando el efecto de la convertibilidad comenzó a esfumarse, fue el turno de pasarle la posta a un nuevo gerente del Estado. De La Rua se encontró con una sociedad adicta a la convertibilidad, la droga que la estaba destruyendo. No supo o no quiso quitársela e incluso llamó a su creador para que la hiciera durar lo suficiente como para poder terminar su mandato o para que inventara algún antídoto. Pero fue imposible, la droga se acabó, el daño se hizo evidente y la sociedad enfureció.

En ese momento sucedió algo extraordinario, De La Rua, por su propia ineptitud no supo aplicar un escarmiento lo suficientemente fuerte como para controlar a la sociedad, dio unos cuantos golpes que solo lograron enfurecerla más, y huyó.

Cinco presidentes se sucedieron en una semana sin que ninguno supiera como controlar la situación, hasta que se decidió convocar al único que aún conservaba un poco de poder, y ante el miedo de perderlo todo, la corporación política, dejando de lado los partidismos, lo respaldó.

Mientras tanto en el país se daba una situación única en muchísimos años, la sociedad no estaba ni drogada ni atormentada, era conciente de su enfermedad y de que dependía de ella sola para recuperarse. Así surgieron de los movimientos sociales que exigían respuestas cortando rutas y calles ante la indiferencia de los medios y las instituciones del Estado, las respuestas para salir adelante en medio de la crisis; “los clubes del trueque”, donde la gente de burlaba del sistema económico tradicional; las fabricas recuperadas por los trabajadores, donde ellos demostraron que no se necesita de patrones explotadores y especuladores para trabajar dignamente y sostener a una familia; las asambleas barriales, donde la gente descubría la importancia y la necesidad de participar; etc.

La crisis económica era producto de la imposibilidad de Argentina de hacer frente a los compromisos de la deuda externa, y su consecuente cesación de pagos. Duhalde, para hallar una solución provisoria del problema, puso como Ministro de economía a un buen político, Roberto Lavagna, quien fue el encargado de negociar con los acreedores externos la salida de la crisis, planteándoles, mas o menos, esto:

- Señores, la situación es la siguiente. La sociedad argentina se está dando cuenta de que no nos necesitan, ni a nosotros ni a ustedes. Es más, existe desde el año 2000, un fallo de un juez federal que dice que la deuda externa de la cual provienen la mayoría de los intereses que ustedes reclaman, es ilegal, ilegitima y fraudulenta. Actualmente la causa la tenemos cajoneada en el congreso, pero si la sociedad toma conciencia de ello se nos pudre la momia a todos…

Los señores acreedores externos (o accionistas del Estado Argentino) evaluaron la situación planteada y llegaron a la conclusión de que tenían dos opciones dentro de las políticas tradicionales: la primera consistía en aplicar un escarmiento a la sociedad lo suficientemente fuerte como para doblegarla y volverla a sus causes normales. Esta medida, debido a las necesidades del momento y la coyuntura internacional, resultaría poco apropiada y en extremo costosa. La segunda consistía en aplicar una nueva droga que durmiera los ánimos de la sociedad, pero el inconveniente era que luego de la convertibilidad los argentinos ya no querían saber nada de pociones mágicas. Además retumbaban constantemente las cacerolas y el “que se vallan todos”.

Finalmente se optó por rescatar el sistema democrático colocando a una figura con poca exposición hasta el momento pero que había demostrado poseer las aptitudes políticas necesarias para gerenciar el Estado Nacional (Néstor Kirchner) y aplicar una nueva droga, tal vez más suave y refinada que las anteriores, elaborada a base de un cóctel de estabilidad (relación peso-dólar fija); discurso antiFMI-pro populismo latinoamericano; demagogia; persecución de antiguos represores; manipulación de los medios; y alguna cosita más.

Este cóctel parece estar funcionando ya que el oficialismo tiene una intención de voto (de la pequeña porción de la sociedad que aún vota, que cada vez son menos) que supera a todos los opositores, que de por si son muy pocos; se ha incrementado el consumo y el crédito aún a altísimas tasas de interés (el cual ahora dicen querer bajar, con lo que esperan captar más votos-cuota, como lo hiciera Menem en el 95´), lo que indica que la sociedad ha sido eficazmente sedada de los dolores que el sistema bancario y financiero le provocara en el 2001 y 2002; por otro lado son muy pocos los que ven como se destruyen las instituciones de la república o como se continua o incrementa el modelo de saqueo que se empezó ha construir allá por marzo del 76´, mientras se persigue y encarcela (justamente) a algunos de los responsables de la represión genocida.

En síntesis el éxito de este plan estratégico ideado para reducir a Argentina (y en general a todos los países de la región) a una suerte de colonias de hecho, ha dado un resultado contundente. La mediocridad política, más la saturación que experimenta la población, tanto por los problemas cotidianos (que cada vez son más) como por la abrumadora maquinaria de distracción y desinformación que se despliega a través de los medios masivos de comunicación; han logrado que la gran mayoría de la gente caiga en una situación de descreimiento tan importante que no es capas de distinguir las diferencias entre los distintos candidatos, reduciendo la oferta electoral a los dos o tres que hacen publicidad en los medios. Esto hace que para “los mismos de siempre” (que eran los que se tenían que ir cuando la gente reclamaba “que se vayan todos”) resulte cada vez más fácil, e incluso económico, ganar las elecciones, mientras que para los que quieren realmente generar un cambio les resulte imposible por más buena voluntad que tengan. Y es que al votar en blanco, impugnar el voto, o directamente no votar, se está beneficiando directamente al que esta primero ya que el porcentaje que se tiene en cuenta para decidir si hay segunda vuelta o no es sobre el total de votos afirmativos válidos emitidos, por lo tanto, a la corporación política de siempre, le importa nada si vos votas en blanco, impugnas o no votas, es más, para ellos mejor.

Pero existen sectores de la sociedad que parecen ser inmunes a los efectos (inhibir, doblegar, someter, domesticar) de estas drogas y tormentos o al menos a parte de ellos. Ello así ocurre porque estos sectores se hallan inmunizados con una de las fuentes esenciales del poder y que hoy, y cada vez más, se encuentra al alcance de muchos; el conocimiento, la información. También hay que recalcar que de estos sectores “inmunes” no todos están comprometidos o interesados en cambiar la triste realidad de la patria, e incluso hay algunos que quieren que todo siga igual, ya que resulta es una gran oportunidad de negocios para todos aquellos inescrupulosos explotadores que siempre estuvieron y estarán.

Yo personalmente tengo la esperanza de que algún día, quienes queremos que nuestros hijos o nietos vivan y disfruten de un país privilegiado naturalmente en el mundo, tanto en recursos naturales como humanos (ver la película “La Argentina Latente”); en vez de tener que sufrirlo por el egoísmo de los hombres, podamos dejar de lado las diferencias ideológicas o de lo que sean, que solo nos separan y nos debilitan, y nos pongamos a trabajar en pos de ese objetivo común.

Lucas Terzano.